dimecres, 6 de gener del 2016

DE WILLIAM MCILVANNEY A OWEN JONES ("CHAVS") (I)


El meu amic Pep m'enviava un missatge que deia que la gent de la llibreria "Negra i Criminal" recomanva molt vivament l'autor WILLIAM MCILVANNEY. Mcilvanney és l'autor d'una sèrie de llibres protagonitzats per l'inspector Laidlaw. Fa justament un mes que va morir, als 79 anys. És un escriptor ROIG, rojo, rojísimo. La seva escriptura és precisa, elegant, fluïda, i molt punxaguda. És una joia literària. Va néixer el 1936. Novel·lista i poeta escocès, ha estat sovint premiat per les seves obres.

He començat l'any amb la seva novel·la THE BIG MAN, "El Grande", escrita el 1985, i editada  a Espanya per l'Editorial Península el 1996. No podia començar el nou any amb millor regal. Aquesta obra ha estat duta al cinema el 1990, amb Lian Neeson i Joanne Whalley-Kilmer.
No és "només" una novel·la negra, sinó també un document històric. Al nostre país només se li podria assemblar  el film "Los lunes al Sol": zona industrial deprimida, aturats sense horitzó, l'espera alcoholitzada en la barra del bar..., i orgull de la moral obrera socialista, que trontolla davant l'egoïsme i individualisme rampants de la nova economia. A un home forçut, de cop contundent i de KO fulminant li ofereixen una recompensa en un combat clandestí de la màfia de Glasgow..... si guanya el combat, és clar.
Aquesta pel·lícula la podria haver dirigit Ken Loach, però les seves reflexions són dignes del millor sociòleg, per exemple,de Richard Sennet, en la seva obra,"La corrosión del carácter", per copsar el canvi psicològic que el capitalisme sense rostre humà està produint en la classe treballadora. Sennet compara la vida d'un immigrant conserge ascensorista i la del seu fill, engynyer informàtic, paral·lelament a la "lleialtat" de les inversions de capital a les empreses per part dels accionistes principals. 
Owen Jones, de la generació jove (1984), reporter, escriptor, periodista i col·laborador dels sindicats britànics, va escriure una obra que s'ha fet popular: "Chavs: la demonització de la classe obrera", del 2011. Descriu com les elits conservadores, tant de la burgesia com de l'anomenada "classe mitjana" humilia la ideològicament subordinada classe obrera després de la derrota que li va infligir el tatcherisme i el blairisme, el turnisme britànic, aquí repetit pel PP-PSOE. Aquesta aliança conservadora ha convertit la classe obrera britànica, en una mena de minoria racial "blanca", i corre el perill de trobar només la "sortida" falsa del BNP, el partit nazi britànic, en assenyalar els enemics als migrants i no a l'enemic de classe de sempre.

Aquest escrit té la intenció de reflexionar sobre com enfrontar la política d'aliances per combatre el capitalisme global de matriu financera i especulativa, si no volem caure en el que Manuel Garcia Biel adverteix: "Todavía más allá, el “viejo oráculo” del PSOE, Felipe González, la persona que encarna en sí misma el proceso de degradación ideológica del partido y ahora convertido en un portavoz de los intereses de las “élites económicas y mediáticas”, va más allá y plantea la necesidad de un gobierno PP-PSOE".
Al Regne Unit han trobat probablement un nou líder, Corbin, que impugna la deriva neoliberal del laborisme clàssic. Esperem que a Espanya arribin els nous vents també al PSOE i arraconin definitivament a l'oportunista i populista de dretes, Felipe González Márquez i la seva cort.

Vejam aquí un passatge de "El grande"
Fa referència al dialecte moral de la classe obrera forjada en el fordisme::
"Su sentido del orgullo era igual al de su padre, pero había tenido que afirmar aún más sus manifestaciones porque era la guía que había de conducirlo a través de una experiencia más complicada y diversa. En cierto modo, precisamente porque las circunstancias a las que su padre tuvo que enfrentarse fueron más duras y concretas, el orgullo fue un lujo para él, el único que se permitió; Dan, por el contrario, no podía permitírselo.
La pobreza de sus padres no había sido espectacular, pero sí radical. Comían, se las arreglaban para alimentarlo y vestirlo a él y a sí mismos. Todo lo demás, y desde la infancia misma de sus padres, quedaba al otro lado de una altura inexpugnable. Tanto tiempo hacía que no era posible dar un paso más allá. No obstante, tan escuetas condiciones de vida permitían respuestas igualmente escuetas. Sabían con exactitud lo poco que poseían y, como sus posesiones eran tan escasas, estaban en posición de defenderlas íntegramente sin agotar sus recursos morales. Entrar en el estrecho enclave d de su vida era como entrar en ellos mismos. Conocían la ubicación mental de cuanto les atañía. Detectaban la menor agresión en el momento en que se producía y al punto tomaban las medidas pertinentes. Sabían por qué luchaban y contra qué y habían organizado sus fuerzas en consecuencia.
Pero Dan era consciente de que, para él, el conflicto había cambiado. Sus padres habían librado una especie de guerra de trincheras contra sus circunstancias. Quien hiciera ciertas cosas era un traidor, quien cruzase ciertos límites moría para ellos. Reconocían la acción del enemigo a primera vista. Se habían alistado jóvenes, se moldearon bajo esa experiencia y, a partir de ahí, la desmovilización ya no fue posible. Mientras el armamento que se utilizaba contra ellos se modernizaba, mientras los procedimientos de explotación social desarrollaban sutilezas imprevisibles que superaban totalmente sus principios, ellos mantenían sus posiciones obstinadamente, a pesar de que la batalla se libraba ahora en otros campos, y allí murieron, aferrados a unas creencias que su ofuscada plana mayor se olvidó de enmendar. Ni siquiera su hijo, educado por experiencia propia en diferentes métodos, pudo respaldar los actos de ellos".
(...)
"La postura de sus padres en la vida claramente delimitada, como la guerra de trincheras, mientras que la suya era equívoca como el espionaje, un laberinto de agentes dobles.
¿En qué se confiaba hoy en día? No era posible confiar genéricamente en el futuro histórico en el que sus padres creían. Ya era presente en parte y no se ajustaba a lo que de él se había predicho. La mejoría de las condiciones materiales no había originado solidaridad sino fragmentación. Los advenedizos de clase obrera eran tan egoístas como cualquiera, si no más. No se podía confiar el triunfo del socialismo al simple hecho de votar laborista. La primera e inocente fe de sus padres en la pureza del socialismo no resistió el trasplante a los tiempos que siguieron al ejercicio del poder socialista, por discontinuo que fuera. Una vez en el poder, el socialismo no se reconocía a sí mismo, el oportunismo lo enloqueció, olvidó que nunca había sido política a secas sino política que se nutría de la fe fundada sobre la experiencia. Una vez perdida la fe tan justamente ganada a costa de la vida de generaciones socialistas, el socialismo quedaba reducido a palabras, y las palabras eran infinitamente flexibles. No se podía confiar en la generación moderna de los que antes formaran las fuentes en las que el socialismo había reafirmado su fe. Todos firmaban acuerdos privados con el materialismo de la sociedad en que vivían, pero sin cláusulas que protegieran a los menos afortunados de sus filas.
Honradamente, no se podía confiar ni en uno mismo. Dan había expresado con bastante frecuencia su desprecio por los que provenían de su misma clase y, tras triunfar en el mundo intelectual o financiero, volvían la espalda a sus orígenes. En pubs y en fiestas les había oído despojar su propia herencia de todo valor, y los despreciaba. Pero al mismo tiempo sabía que no se podía dar por sentado que uno no pecaría de lo mismo hasta que alcanzara una situación donde las tentaciones se hicieran realidad, donde se presentara la ocasión de convertir la propia vida en una mera empresa privada cuya compensación fura suficiente como para poner los principios a prueba. Y él no había llegado a esa situación.

Sobre les dones i mares treballadores:
(...)
"Aquel día, Dan se asomó a una verdad que se refería no sólo  a su madre sino a generaciones enteras de mujeres de clase obrera. A partir de entonces, encontraba cierto matiz dudoso en las alabanzas que oía dedicar a las multitudes de mujeres abnegadas. Era cierto, en justicia, esas mujeres merecían que les fuera reconocido el auténtico heroísmo de la clase obrera. Pero, como todo heroísmo, era una mercancía cuestionable. Ese ejército perdido, de mujeres desgastadas, no seductoras, con abrigos que tenían que hacer durar años y zapatos que computaban el paso del tiempo en tiras de cartón que se iban superponiendo en el interior para absorber la humedad, como los anillos de un árbol muerto, había realizado gestas increíbles.
Con unas pocas libras y unas astillas de madera vieja practicaban a diario una magia blanca muy común. Convertían harapos en ropa cálida, ingredientes corrientes en satisfacción sorprendente, calmaban tormentas y enseñaban decencia a pesar de la injusticia que sufrían en carne propia. El precio era con frecuencia ellas mismas, eran el ingrediente de su propia magia, la última onza de espíritu, el último jirón de ambición, el menor fragmento de un sueño. Las pérdidas -las inteligencias muertas de hambre, los talentos negados, el potencial deformado- eran incontables. De modo que, a partir de entonces, cuando oía que una mujer bien casada colocaba a su madre en un altar, o que un hombre de éxito alababa el sacrificio de su madre, comprendía sus sentimientos aunque pensaba que habría sido muy preferible no tener necesidad de sentirlos. Esas actitudes le parecían coronas depositadas en las tumbas de los que habían muerto prematuramente, que tendrían que haber ido acompañadas de tarjetas que rezasen: "Con nuestras más expresivas dudas" y "Para siempre sobre nuestras conciencia".

Sobre la nostàlgia de ls solidaritat obrera perduda:
(...)
"Pensó en sus compañeros de trabajo de Sullom Voe, en la rapidez con que se distanciaron de los demás en cuanto hicieron dinero. Se convirtieron en adictos autosuficientes al éxito económico limitado, una vez que lo probaron. Algunos todavía hablaban de sus padres con nostalgia, con cierta admiración por su creencia en la solidaridad obrera pero era una admiración condescendiente, comparable a la que se siente por la tierna fe de los niños en los cuentos mágicos. Por otra parte, sus conversaciones en el tren al volver de Aberdeen no tenían un carácter político fuerte. Entre los comentarios sobre la familia, las mujeres y la venta beneficiosa del coche, tal vez nombraran de pasada algún tema de política, pero jamás con la justa rabia con que oía elevar protestas de pequeño en contra de los principios políticos que parecían gobernar sus vidas. Esos hombres se encogían de hombros ante cosas que habrían provocado la ira de sus padres. "¿Qué te esperabas?", era la actitud que parecían tomar. A veces, Dan se preguntaba si sus centros de música, sus vídeos caseros y sus vacaciones en el extranjero serían el precio de su silencio.
Tenía que admitir que había visto con sus propios ojos cómo se podían utilizar las reivindicaciones sociales para ganar confianzas. Era un truco que funcionaba en ciertas épocas de la historia, la gente lo usaba para apuntarse a la moda del momento y, una vez dentro, dedicarse a lo importante: llenarse la boca y los bolsillos. A lo mejor, esos compañeros que le preocupaban en aquellos viajes en tren habían llegado pro los caminos del desempleo y las difíciles circunstancias de la vida al punto que él solo logró alcanzar en el combate.

MÉS EXEMPLES SOBRE LA FORMACIÓ DELS DIALECTES MORALS DE LA CLASSE OBRERA DE BASE FORDISTA. NOSTÀLGIA O DESCONCERT PER ENFRONTAR-SE AL CAPITALISME "LÍQUID"?

http://www.publico.es/politica/eduardo-saborido-reincidente-rebeldia.html

Eduardo Saborido. Empresonat arrel del Procés 1001 contra Comissions Obreres:
"Con 17 años, terminado un bachiller elemental de horas robadas al sueño, un anuncio en el periódico determinó su trayectoria. Entró a trabajar “en la empresa más culta de Sevilla”, se ríe: la Hispano Aviación SA, hoy CASA. “Y esto es una historia por escribir porque en las grandes fábricas del país es donde primero surgió la semilla de la protesta, el descontento y la oposición al régimen”.

Tiziano Terzani va saltar a la fama per ser el primer reporter en entrevistar la direcció del Vietcong durant la Guerra del Vietnam. Nascut a Florència el 1938, va ser un brillant estudiant d'origen molt humil: "el meu pare va haver de pagar-me a termini els pantalons per anar a col·legi". Gràcies a successives beques va arribar a llicenciar-se en Dret el 1961. Després d'ampliar estudis va entrar a l'Olivetti, com executiu de recursos humans. L'Olivetti no era una fàbrica qualsevol. Ell recorda que els executius d'aquella  època tenien una vocació de servei com no s'ha vist mai més. Va ser l'empresa que li va proposar anar a l'estranger. Després es va convertir en un dels periodistes més reconeguts d'Itàlia.









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